sábado, 14 de mayo de 2011

La Caída de un Héroe: Fortaleza, Pasión y Venganza. Prologo y Capítulo 1.

LA CAÍDA DE UN HÉROE: FORTALEZA, PASIÓN Y VENGANZA.

PROLOGO:
-Ya he tomado mi decisión, Labo.
-¿De qué estás hablando?
-De mi futuro, Labo, hablo de mi futuro.
-¿Y cuál es tu decisión?
-Tú eres un gran instructor y me has adentrado en el mundo de la magia vil y la demonología pero no puedo permanecer toda mi vida en esta granja probando mis poderes con troggs y kobolds tan débiles como los que hay en este lugar, por eso me iré, recorreré Azeroth y seré el mejor brujo que exista, verás como estarás orgulloso de mí.
-¿Estás seguro?
-Sí, por supuesto y espero que tú logres entenderme.
-Te entiendo perfectamente.

Así, Dominusnecis comenzó un nuevo viaje, alrededor de Azeroth, acompañado únicamente por su mochila cargando un viejo mapa del padre de Labo.













CAPITULO 1:

Dominusnecis emprende un viaje hacia Ventormenta, allí estaba dispuesto a cumplir cualquier encargo ofrecido por sus habitantes, solo pensaba en ganar experiencia usando sus hechizos ya que como su padre le dijo alguna vez, la experiencia hace al maestro.

Dominusnecis camina unos kilómetros en camino a la ciudad y por el camino se encuentra con un guardia de Ventormenta.

-Saludos.
-Buenas tardes señor.
-Nombre, ocupación y lugar al que se dirige.
-Me llamo Dominusnecis, soy un aprendiz de… mago y actualmente soy ingeniero, no muy bueno, pero trato de mejorar me dirijo a la ciudad de Ventormenta.
-¿Se puede saber con qué motivos se dirige a la ciudad?
-En busca de algún trabajo que me pueda ofrecer alguien para ganar dinero y experiencia a la hora de usar mis facultades.
-Disculpa las molestias Dominusnecis, es parte de la rutina.
-No se preocupe señor, con su permiso continuare mi camino.
-Adelante, joven mago.

Ya estaba cayendo la noche y los lobos comenzaban a aullar fuertemente, los ojos amarillos y brillantes de las criaturas del bosque observaban a Dominusnecis silenciosamente, es miedo invadía al joven humano.

-Ya casi estoy en Villadorada, allí pasaré la noche.

Los aullidos de los lobos y los gruñidos de los osos se escuchaban cada vez más cerca del muchacho, las garras y patas de las criaturas hacían sonar las hierbas, parecía que todo el bosque estuviera observando a Dominusnecis esperando el momento justo para atacar.

-¡Chico! ¿Pero qué haces en el bosque a esta hora? ¿No sabes que es de noche y es peligroso?
-Lo siento señor, venía desde Villanorte y la noche cayó sin que yo me diera cuenta.
-No puedes seguir el camino, debes descansar en la posada, le diré al tabernero que te prepare un cuarto.
-Gracias por su hospitalidad señor.

Dominusnecis esa noche se quedó en la posada de Villadorada junto con otros 3 viajeros que estaban allí, eran un elfo nocturno, un enano y un humano.

Al día siguiente los 4 viajeros que se quedaron la noche anterior en la posada se encontraron en la mesa para el desayuno.

-Hola humano, ¿llegaste anoche?
-Sí señor, iba a Ventormenta pero la noche y la oscuridad me envolvieron, me obligue a quedarme aquí para no perder mi vida.
-¡Ja! Los humanos son muy débiles y miedosos, nosotros los enanos no nos dejamos influenciar de esa manera por el miedo, somos valientes, sobre todo yo que viví por meses en las estepas ardientes enfrentándome todos los días a enormes dragones y malvados hierro negro.
-Cállate enano, debes estar mintiendo en cada palabra que dijiste.
-Insolente, los enanos de Forjaz no le tememos a nada.
-¿Huelo tensión entre ustedes?
-El elfo tiene razón, enano, debemos respetar al nuevo.
-No se preocupen por mí, en breve me voy.
-¡¿Pero si acabas de llegar?!
-¿Lo ves? Ya asustaste al joven con tus historias de dragones y enanos hierro negro.
-¡Cálmense todos, el desayuno ya está listo!

Rápidamente Dominusnecis desayunó y pagó con unas pocas monedas de plata al tabernero por sus servicios y continuó su camino.

-Adiós muchacho, ten cuidado.
-Que Elune te acompañe, humano.
-Adiós, humano y que no te vaya a comer un árbol- Dijo el enano y al instante se echó a reír con esa risa tan peculiar de los enanos.

Al llegar a Ventormenta, casi al instante recibió su primer trabajo sin que le dieran tiempo ni siquiera de ver un poco la ciudad, pero ¿cómo rechazar un trabajo con tan buena recompensa? Por supuesto al momento lo cumplió y recibió un generoso pago, y después de un rato le encargaron una siguiente tarea, continuando así durante varios días.

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